En la centuria de 1800, para ser más precisos entre los años 1880-1885 , ya ubicados los descendientes de este cacicazgo en el actual pueblo de Monsefu, identificamos a través de los libros de defunciones del Archivo Parroquial de Monsefú importantes referencias a labor del tejido entre las población femenina de la época.
El libro de defunciones de los años 1880-1885 es el único que contiene referencias a las especializaciones laborales de los fallecidos, de ahí su importancia. Registramos en el lapso de cinco años el fallecimiento de un total de 63 tejedoras procedentes de diferentes contextos familiares (María Gertrudis Lllonto, Andrea Monchón, María Exaltación Pisfil, Gabriela Lluen Capuñay, Rosa Miscan, Juana Chumioque, Paula Eneque, Petrona Ayasta, Manuela Cornejo, etc.) lo cual habla de la vigencia de la actividad textil en múltiples hogares monsefuanos de la época.
Asimismo resulta llamativo el significativo número de mujeres tejedoras que fallecen solteras y a una edad algo avanzada para el matrimonio de aquella época. El 25 % (16) de ellas fallecen en edades que fluctúan entre los 30 y los 79 años de edad. Esto evidencia como la práctica del tejido con telar absorbe plenamente la vida de las mujeres tejedoras, al punto de evitarse relaciones sentimentales que las lleven a constituir una vida familiar propia.
Tomando en consideración las edades de las tejedoras se advierte que sus edades fluctúan entre los 10 años y los 106 años de edad. Son los casos de Matea Gonzales Effio que vivía en la Calle de Los Molinos (Actualmente Tarapacá) que tenía 10 años de edad, murió de fiebres y Luisa Signol que vivía en la Calle El Carmen y murió de ¨vejes¨, respectivamente. Se constata a partir de ello la temprana inserción de los monsefuanas en la actividad textil, como también el indesligable vínculo que establecían éstas con el tejido a lo largo de su vida.
El libro de defunciones de los años 1880-1885 es el único que contiene referencias a las especializaciones laborales de los fallecidos, de ahí su importancia. Registramos en el lapso de cinco años el fallecimiento de un total de 63 tejedoras procedentes de diferentes contextos familiares (María Gertrudis Lllonto, Andrea Monchón, María Exaltación Pisfil, Gabriela Lluen Capuñay, Rosa Miscan, Juana Chumioque, Paula Eneque, Petrona Ayasta, Manuela Cornejo, etc.) lo cual habla de la vigencia de la actividad textil en múltiples hogares monsefuanos de la época.
Asimismo resulta llamativo el significativo número de mujeres tejedoras que fallecen solteras y a una edad algo avanzada para el matrimonio de aquella época. El 25 % (16) de ellas fallecen en edades que fluctúan entre los 30 y los 79 años de edad. Esto evidencia como la práctica del tejido con telar absorbe plenamente la vida de las mujeres tejedoras, al punto de evitarse relaciones sentimentales que las lleven a constituir una vida familiar propia.
Tomando en consideración las edades de las tejedoras se advierte que sus edades fluctúan entre los 10 años y los 106 años de edad. Son los casos de Matea Gonzales Effio que vivía en la Calle de Los Molinos (Actualmente Tarapacá) que tenía 10 años de edad, murió de fiebres y Luisa Signol que vivía en la Calle El Carmen y murió de ¨vejes¨, respectivamente. Se constata a partir de ello la temprana inserción de los monsefuanas en la actividad textil, como también el indesligable vínculo que establecían éstas con el tejido a lo largo de su vida.
Por: David Martín Ayasta Vallejo
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