Una de las principales expresiones del talento textil monsefuano lo constituyen las alforjas, bolsas tejidas a telar, elegantes y prácticas que poseen un diseño algo parecido al de los famosos paños, pero que son cerradas en los extremos formando así dos bolsas para llevar las provisiones.
Constituye una de las manifestaciones culturales de mayor continuidad tecnológica textil en el pueblo monsefuano, basta decir que sus antecedentes más lejanos aparecen registrados en la cultura Mochica hace aproximadamente 1800 años. Una pictografía presente en un ceramio de la época muestra a la alforja arriera colocada sobre una llama para el traslado de strombus galeatus, escena que ha sido interpretada como de entrega de ofrendas para los ancestros, huacas y difuntos (Hocquenghem, 1986, p. 82)
A diferencia de las alforjas arrieras, las alforjas labradas de Monsefu son las de mejor factura, pues en su elaboración intervienen no sólo las destrezas y conocimiento heredado de la tejedora para el urdido y tejido en telar, sino también su talento artístico y perspicacia empática para elegir el verso adecuado que acompañará al nombre de la persona propietaria de la alforja.
La elaboración de una alforja labrada es un proceso que puede tomar 15 días de trabajo para la tejedora y esto se debe al complicado manejo de los 12 palos que cruzan su trama y gracias a los cuales se logran construir los coloridos y vistosos íconos (pavas reales, venados, escudos, ángeles, etc.) que adornan las dos ¨tapas¨ de cada alforja. Las flores simétricamente distribuidas en los extremos y bases de cada tapa, aluden a la campiña monsefuana y ponen de manifiesto el talento artístico de la tejedora.
La alforja juega un rol crucial en la integración de los grupos familiares. Con la entrega afectuosa de hermosas alforjas labradas y paños preparados con ocasión del matrimonio (a menudo por la misma novia) se da inicio a las relaciones familiares entre los parientes de los novios. Al entregarle a los padrinos se les está demostrando su gratitud y respeto perennizado, seguidamente la entrega de alforjas y paños al joven esposo como a su familia, facilitará el acercamiento de los nuevos familiares. Más temprano que tarde los lazos familiares se terminarán consolidando y la nueva familia encontrará en ellos un respaldo para las iniciativas que emprenda, al tiempo que el grupo familiar se fortalecerá con nuevos compadrazgos, amistades y alianzas.
Las alforjas albergan también expresiones de los sentimientos de sus pobladores; sus cuartetas populares plasmadas en la parte superior e inferior del icono central de cada ¨tapa¨ de la alforja, expresan mensajes amorosos o de amistad según sea el caso. Creados o escogidos por sus tejedoras podrían haber sido canales para expresar el sentimiento de las mismas (algunas de ellas negadas a la vida familiar). Hemos documentado versos que le cantan al amor que espera (Esta alforja que te mando /sabe Dios lo que me cuesta / mis ojos quedan llorando/esperando tu respuesta) al amor sufrido (Que bonito pajarito/ paradito en su limón/ anda dile que me cante/que me duele el corazón) al añorado (Águila que vas volando/ en tu pico llevas flores/ en tu pecho azucenas/ y en tu corazón mis amores) y al recordado (En la palma de mi mano/ te quisiera retratar/y así tenerte en mis brazos/ y nunca poderte olvidar )
Carlos Camino Calderón refiere estas cuartetas en su obra El Daño; transcribiendo una de las alforjas deshilachadas de José Miguel Navarrete (Camino, 1973, p. 71)
Constituye una de las manifestaciones culturales de mayor continuidad tecnológica textil en el pueblo monsefuano, basta decir que sus antecedentes más lejanos aparecen registrados en la cultura Mochica hace aproximadamente 1800 años. Una pictografía presente en un ceramio de la época muestra a la alforja arriera colocada sobre una llama para el traslado de strombus galeatus, escena que ha sido interpretada como de entrega de ofrendas para los ancestros, huacas y difuntos (Hocquenghem, 1986, p. 82)
A diferencia de las alforjas arrieras, las alforjas labradas de Monsefu son las de mejor factura, pues en su elaboración intervienen no sólo las destrezas y conocimiento heredado de la tejedora para el urdido y tejido en telar, sino también su talento artístico y perspicacia empática para elegir el verso adecuado que acompañará al nombre de la persona propietaria de la alforja.
La elaboración de una alforja labrada es un proceso que puede tomar 15 días de trabajo para la tejedora y esto se debe al complicado manejo de los 12 palos que cruzan su trama y gracias a los cuales se logran construir los coloridos y vistosos íconos (pavas reales, venados, escudos, ángeles, etc.) que adornan las dos ¨tapas¨ de cada alforja. Las flores simétricamente distribuidas en los extremos y bases de cada tapa, aluden a la campiña monsefuana y ponen de manifiesto el talento artístico de la tejedora.
La alforja juega un rol crucial en la integración de los grupos familiares. Con la entrega afectuosa de hermosas alforjas labradas y paños preparados con ocasión del matrimonio (a menudo por la misma novia) se da inicio a las relaciones familiares entre los parientes de los novios. Al entregarle a los padrinos se les está demostrando su gratitud y respeto perennizado, seguidamente la entrega de alforjas y paños al joven esposo como a su familia, facilitará el acercamiento de los nuevos familiares. Más temprano que tarde los lazos familiares se terminarán consolidando y la nueva familia encontrará en ellos un respaldo para las iniciativas que emprenda, al tiempo que el grupo familiar se fortalecerá con nuevos compadrazgos, amistades y alianzas.
Las alforjas albergan también expresiones de los sentimientos de sus pobladores; sus cuartetas populares plasmadas en la parte superior e inferior del icono central de cada ¨tapa¨ de la alforja, expresan mensajes amorosos o de amistad según sea el caso. Creados o escogidos por sus tejedoras podrían haber sido canales para expresar el sentimiento de las mismas (algunas de ellas negadas a la vida familiar). Hemos documentado versos que le cantan al amor que espera (Esta alforja que te mando /sabe Dios lo que me cuesta / mis ojos quedan llorando/esperando tu respuesta) al amor sufrido (Que bonito pajarito/ paradito en su limón/ anda dile que me cante/que me duele el corazón) al añorado (Águila que vas volando/ en tu pico llevas flores/ en tu pecho azucenas/ y en tu corazón mis amores) y al recordado (En la palma de mi mano/ te quisiera retratar/y así tenerte en mis brazos/ y nunca poderte olvidar )
Carlos Camino Calderón refiere estas cuartetas en su obra El Daño; transcribiendo una de las alforjas deshilachadas de José Miguel Navarrete (Camino, 1973, p. 71)
Por: David Martín Ayasta Vallejo
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