Fexticum es el acrónimo de “Feria de Exposiciones Típico Culturales de Monsefú”. Desde 1973 este evento ha reunido, durante las fiestas patrias peruanas, lo mejor de la cultura y tradición de la “Ciudad de las flores”.
En esta celebración se busca mostrar lo mejor de la rica herencia gastronómica, literaria, artesanal, agrícola, ganadera y religiosa de la comunidad, con la intención de celebrarla y mantenerla presente en las generaciones futuras. La característica fundamental de este evento es la capacidad de brindar que cada miembro del pueblo muestra en el plato que ofrece, el sombrero que remata, el juego que comparte, el baile que invita, la danza que muestra, el pan que regala y la fe que profesa.
Hoy en día, el Fexticum representa más que un conjunto de bailes y toldos de comida, como muchas veces se está tentado a pensar. Nada más lejos de una gran ginkana que el Fexticum. La mirada en perspectiva permite explicar la razón de su éxito: son pocas las experiencias que han logrado que una iniciativa que revalore los valores antiguos sea sostenible bajo los valores de la economía de mercado actual, en la cual mientras más homogénea sea la masa de consumidores, más redistributivo será el modelo de libre mercado. Los hegemones de cultura y poder económico no han podido taladrar la esencia de este evento, y por el contrario, le han dado vigor al transformar esta celebración cultural monsefuana en una actividad económica importante para los ingresos anuales de sus participantes, y más aún, establecer una relación directa entre el monto de ingresos obtenidos en la feria y el grado de identificación que se tenga con la cultura y valores propios de esta ancestral colectividad muchic. Esta feria trasciende el espacio público, y se coloca en el centro mismo de las iniciativas personales, del poder de la empresa comunal, de la pequeña gran industria de servicios y del laissez faire, dándole con ello sostenibilidad a la identidad mochica. Es así que el Fexticum es hoy en día la frontera viva entre el avance del transculturalismo acompasado y el genuino realce de la Cultura Muchic.
Para entender al Fexticum, es necesario entender al pueblo de Monsefú, una cantera inagotable de folklore, que hace de esta feria un desafío de inventos y creaciones. A continuación escribiré en monsefuano para referirme al pueblo:
Monsefú, es un pueblo costumbrista, tradicional, agricultor, artesano, religioso y creativo; en el que el hombre trabaja de sol a sol, y la mujer de luna a luna.
Es la tierra del Cholo madrugador, que trasnocha cuando la luna lo engaña. Desde la 4 de la mañana el lechero, panadero, pescador y alfarero acarician la brisa que los curte ante el cansancio, y los hace indomables en el logro de sus ensueños.
Es la tierra del campesino moldeador de caligrafía de surcos perfectos; de manos toscas y duras, que cosechan la dulzura delicada de un palillo y una granada, la suavidad de una yuca de Cáfena, que parece algodón, o de un camote de Poncoy, que le endulza el corazón. El monsefuano es “machista”, porque el hombre es símbolo de cosecha y abundancia.
Sólo una chola buenamoza es capaz de doblegar a “Su Señor”, con el menjunje de sus potajes, la sublimidad de su néctar y el encanto de su donaire, que con picardía muy sutil, levanta el encaje al aire y enseñando las pantorrillas, le hace rascar el suelo en salerosa marinera.
Mujer monsefuana que teje la historia en ese telar del tiempo, donde inventa los colores y los 52 sabores. Aquéllos de los que saben doña “Tolú” y doña “Berna” en esas añejas tabernas, en las que los piqueos y las viandas salen a cada momento, y hacen olvidar sus deudas, su preocupación y tormento. No sé si es el embrujo o talento, pero de aquí no se mueve nadie: patrón, compadre y jumento!. Ciertamente es Monsefú la Cuna del sabor.
Este pueblo cree en la inmortalidad del alma. Con cada nuevo sepelio, una linterna discreta alumbra una puerta abierta, para que el difunto no parta las ocho noches primeras, sin las visitas reglamentarias a los seres que más les hace falta. Luego vienen las Misas, de colas interminables para que el finadito no pene.
Es una comunidad viva, que celebra su cultura y da gracias de su legado todo lo que puede. En enero, “las pastoras y los reyes” saludan al Redentor. Las viudas y casaderas veneran a San Antonio, con la danza de Los Panchitos. Febrero es mes de carnavales, de los verdes y encararnados. A la Virgen de la Candelaria le han quitado al Niño para hacerle fiesta aparte. En Mayo de todas las cruces… y así siguen todos los días las fiestas de los santos familiares: el Niño de los Sechura, San Isidro de los Morales, Santa Rita de las Giles y en las fechas especiales los santos patronales siendo de todos el Amito Señor Cautivo, que tiene una fiesta aparte, con dos fechas centrales, una en marzo de cosecha y otra en setiembre de sembrado.
El futuro de la economía es el comercio de servicios más que el de bienes. El Fexticum ofrece la posibilidad de aprovechar el inmenso bagaje cultural de sus tradiciones a través de diferentes formas de turismo. Entre ellas tenemos:
En esta celebración se busca mostrar lo mejor de la rica herencia gastronómica, literaria, artesanal, agrícola, ganadera y religiosa de la comunidad, con la intención de celebrarla y mantenerla presente en las generaciones futuras. La característica fundamental de este evento es la capacidad de brindar que cada miembro del pueblo muestra en el plato que ofrece, el sombrero que remata, el juego que comparte, el baile que invita, la danza que muestra, el pan que regala y la fe que profesa.
Hoy en día, el Fexticum representa más que un conjunto de bailes y toldos de comida, como muchas veces se está tentado a pensar. Nada más lejos de una gran ginkana que el Fexticum. La mirada en perspectiva permite explicar la razón de su éxito: son pocas las experiencias que han logrado que una iniciativa que revalore los valores antiguos sea sostenible bajo los valores de la economía de mercado actual, en la cual mientras más homogénea sea la masa de consumidores, más redistributivo será el modelo de libre mercado. Los hegemones de cultura y poder económico no han podido taladrar la esencia de este evento, y por el contrario, le han dado vigor al transformar esta celebración cultural monsefuana en una actividad económica importante para los ingresos anuales de sus participantes, y más aún, establecer una relación directa entre el monto de ingresos obtenidos en la feria y el grado de identificación que se tenga con la cultura y valores propios de esta ancestral colectividad muchic. Esta feria trasciende el espacio público, y se coloca en el centro mismo de las iniciativas personales, del poder de la empresa comunal, de la pequeña gran industria de servicios y del laissez faire, dándole con ello sostenibilidad a la identidad mochica. Es así que el Fexticum es hoy en día la frontera viva entre el avance del transculturalismo acompasado y el genuino realce de la Cultura Muchic.
Para entender al Fexticum, es necesario entender al pueblo de Monsefú, una cantera inagotable de folklore, que hace de esta feria un desafío de inventos y creaciones. A continuación escribiré en monsefuano para referirme al pueblo:
Monsefú, es un pueblo costumbrista, tradicional, agricultor, artesano, religioso y creativo; en el que el hombre trabaja de sol a sol, y la mujer de luna a luna.
Es la tierra del Cholo madrugador, que trasnocha cuando la luna lo engaña. Desde la 4 de la mañana el lechero, panadero, pescador y alfarero acarician la brisa que los curte ante el cansancio, y los hace indomables en el logro de sus ensueños.
Es la tierra del campesino moldeador de caligrafía de surcos perfectos; de manos toscas y duras, que cosechan la dulzura delicada de un palillo y una granada, la suavidad de una yuca de Cáfena, que parece algodón, o de un camote de Poncoy, que le endulza el corazón. El monsefuano es “machista”, porque el hombre es símbolo de cosecha y abundancia.
Sólo una chola buenamoza es capaz de doblegar a “Su Señor”, con el menjunje de sus potajes, la sublimidad de su néctar y el encanto de su donaire, que con picardía muy sutil, levanta el encaje al aire y enseñando las pantorrillas, le hace rascar el suelo en salerosa marinera.
Mujer monsefuana que teje la historia en ese telar del tiempo, donde inventa los colores y los 52 sabores. Aquéllos de los que saben doña “Tolú” y doña “Berna” en esas añejas tabernas, en las que los piqueos y las viandas salen a cada momento, y hacen olvidar sus deudas, su preocupación y tormento. No sé si es el embrujo o talento, pero de aquí no se mueve nadie: patrón, compadre y jumento!. Ciertamente es Monsefú la Cuna del sabor.
Este pueblo cree en la inmortalidad del alma. Con cada nuevo sepelio, una linterna discreta alumbra una puerta abierta, para que el difunto no parta las ocho noches primeras, sin las visitas reglamentarias a los seres que más les hace falta. Luego vienen las Misas, de colas interminables para que el finadito no pene.
Es una comunidad viva, que celebra su cultura y da gracias de su legado todo lo que puede. En enero, “las pastoras y los reyes” saludan al Redentor. Las viudas y casaderas veneran a San Antonio, con la danza de Los Panchitos. Febrero es mes de carnavales, de los verdes y encararnados. A la Virgen de la Candelaria le han quitado al Niño para hacerle fiesta aparte. En Mayo de todas las cruces… y así siguen todos los días las fiestas de los santos familiares: el Niño de los Sechura, San Isidro de los Morales, Santa Rita de las Giles y en las fechas especiales los santos patronales siendo de todos el Amito Señor Cautivo, que tiene una fiesta aparte, con dos fechas centrales, una en marzo de cosecha y otra en setiembre de sembrado.
El futuro de la economía es el comercio de servicios más que el de bienes. El Fexticum ofrece la posibilidad de aprovechar el inmenso bagaje cultural de sus tradiciones a través de diferentes formas de turismo. Entre ellas tenemos:
-Turismo Gastronómico:
La riqueza cultural de su variedad de exquisitas comidas, las cuales en la mayoría de los casos, son emblemas de la tradición norteña y deleite de los más finos sibaritas ofrece un espacio ideal para todos aquéllos que busquen las raíces de la hoy en boga culinaria peruana.
-Turismo Costumbrista:
La gente trabajadora de Monsefú es alegre, festiva y jaranera; al mismo tiempo es un pueblo que teme a Dios y cree en la eternidad del alma” Esta variopinta idiosincrasia se manifiesta en conjunto en sus danzas y pintorescas estampas típicas. Esto ofrece un universo muy apreciado por aquellos amantes del watching-people e interesados en la antropología.
La gente trabajadora de Monsefú es alegre, festiva y jaranera; al mismo tiempo es un pueblo que teme a Dios y cree en la eternidad del alma” Esta variopinta idiosincrasia se manifiesta en conjunto en sus danzas y pintorescas estampas típicas. Esto ofrece un universo muy apreciado por aquellos amantes del watching-people e interesados en la antropología.
-Turismo Religioso:
Monsefú es un lugar obligatorio de peregrinación y un espacio abierto para la investigación social especializada sobre la tradición y nuestra idiosincrasia religiosa. La sagrada imagen del Señor del Cautivo, tallada en época colonial, y la profunda fe que irradia, hacen del pueblo una comunidad de familias profundamente creyente.
-Turismo Místico.
La presencia de curanderos de diferentes lugares del país durante la Feria, quienes ofrecen mesadas de “San Pedro” y “Ayahuasca”, y que también curan el “ojeo” y la “vergüenza” o “chucaque”, son una de las atracciones más singulares también.
-Turismo Vivencial.
Lo cotidiano es reflejo de una riqueza cultural milenaria que puede ser vendida al mundo fácilmente. Cuenta con grandes campiñas y hermosos paisajes que le han dado el título de “Ciudad de la flores”, tanto por su diversidad botánica, como por la belleza de sus mujeres.
Es por ello que invito a todos ustedes a vivir el Fexticum, a sentir Lambayeque y a respirar en Mochica, que quizá sin darnos cuenta, puede hacer que en un futuro, nuestros tataranietos agradezcan ser diferentes, ricos en cultura y comercialmente importantes.
Es por ello que invito a todos ustedes a vivir el Fexticum, a sentir Lambayeque y a respirar en Mochica, que quizá sin darnos cuenta, puede hacer que en un futuro, nuestros tataranietos agradezcan ser diferentes, ricos en cultura y comercialmente importantes.
Escrito por : Limberg Chero Ballena.
1 comentario:
Qué hermoso artículo. GRACIAS ERWIN!!! La verdad que de no ser pro tu blog, poco se sabría de la feria. Mi saludo al Profesor Limberg, un hombre que ha dado pro su pueblo. El creador del Fexticum!!
Bueno,
si todo sale bien espero estar este 28 por mi callanca querido!
Un abrazo.
CC desde New York.
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