La historia de una familia que se reencuentra con sus raíces prehispánicas. Su linaje empieza en el siglo XV.
En su testamento, Apolinario Antonio Llontop Fayso Farrochumbi (1742-1806), cacique principal y gobernador de Monsefú, Chepén y Tecapa, y segunda persona del cacicazgo de Lambayeque, pidió una misa mensual en perpetuidad, para que su alma descanse tranquila. Nadie sabe cuánto duró la promesa, pero lo cierto es que con el tiempo quedó en el olvido. Hasta el 16 de abril pasado, cuando sus descendientes organizaron una misa por su ilustre antepasado.La idea había venido de María Chambergo Llontop, quien vive en Madrid. El año pasado ella había leído en El Dominical un artículo (“Raíces indígenas, antes pecado, hoy orgullo”) en el que se hacía mención a sus ancestros, caciques de Monsefú. Le pidió a su sobrina, Maggie Curo Chambergo, una abogada chiclayana, que organizara una reunión familiar. Su primer motivo era que su madre, Adelina Llontop Gonzales, de 95 años, volviera a tomar contacto con sus parientes. Doña Adelina es la descendiente Llontop con mayor edad y “siempre vivió muy orgullosa de su familia, porque sabía que ellos descendían de los caciques de Monsefú”, dice Maggie Curo.
En su testamento, Apolinario Antonio Llontop Fayso Farrochumbi (1742-1806), cacique principal y gobernador de Monsefú, Chepén y Tecapa, y segunda persona del cacicazgo de Lambayeque, pidió una misa mensual en perpetuidad, para que su alma descanse tranquila. Nadie sabe cuánto duró la promesa, pero lo cierto es que con el tiempo quedó en el olvido. Hasta el 16 de abril pasado, cuando sus descendientes organizaron una misa por su ilustre antepasado.La idea había venido de María Chambergo Llontop, quien vive en Madrid. El año pasado ella había leído en El Dominical un artículo (“Raíces indígenas, antes pecado, hoy orgullo”) en el que se hacía mención a sus ancestros, caciques de Monsefú. Le pidió a su sobrina, Maggie Curo Chambergo, una abogada chiclayana, que organizara una reunión familiar. Su primer motivo era que su madre, Adelina Llontop Gonzales, de 95 años, volviera a tomar contacto con sus parientes. Doña Adelina es la descendiente Llontop con mayor edad y “siempre vivió muy orgullosa de su familia, porque sabía que ellos descendían de los caciques de Monsefú”, dice Maggie Curo.
RAMAS FAMILIARES Alrededor de 60 personas llegaron al encuentro en Monsefú. Habían invitado a mucha gente, porque era la primera vez que se juntaba a los descendientes de Llontop. “Pero un grupo bastante grande no quiso participar porque no quería saber que desciende de incas o de caciques”, contó Curo.Después de la misa se puso una ofrenda floral ante la tumba de José Ramos Llontop y Laines (1803-1873) –la tumba más antigua de la familia– nieto de don Apolinario, el cacique.El otro organizador del encuentro fue Jorge Luis Vallejo Castello (25). Este joven politólogo había sido citado en el artículo de El Dominical y fue contactado por Maggie Curo, a quien no conocía. Ambos pertenecen a distintas ramas de la familia y todos descienden del cacique Apolinario. Vallejo hace unos años que había empezado a investigar su origen, basándose en unas historias que contaban que su bisabuelo había sido persona importante en Monsefú. Averiguó que él había sido sobrino de José Ramos Llontop y Laines. Doña Adelina, a su vez, desciende de un hermano de José Ramos.
ORÍGENES EN EL SIGLO XV José Ramos Llontop y Laines fue gobernador y tuvo 27 hijos. Algunos de sus tataranietos con los que El Comercio tomó contacto, Enrique Llontop Chávarri, Guillermo Pinillos Llontop y Eduardo Rabines Llontop, coincidieron en contar la misma historia que a lo largo del tiempo habían escuchado de sus mayores: que José Ramos, por ser nieto de cacique no necesitaba caminar, y era llevado a la escuela en litera.Los Llontop descienden de Cuncu Chumbi, gobernador chimú de Chuspo, Callanca y Reque, que vivió durante el dominio Inca en la segunda mitad del Siglo XV. A lo largo de los siglos, los caciques de Monsefú, todos Llontop, establecieron una serie de alianzas y contrajeron matrimonio con familias importantes de la zona. Ellos descienden también de los Fayso Farrochumbi, caciques de Ferreñafe y Lambayeque, quienes se cree que provienen de otra dinastía, fundada cerca a 1350, por el primer gobernador chimú, Pongmassa.
IDENTIDAD Y RECUPERACIÓN Jorge Vallejo Castello señala que es importante conocer sus raíces, “saber de dónde vienes, para saber a dónde vas”. Él cree que vivimos un momento donde recuperar identidad y pasado es visto como positivo. “Es importante rescatar la cultura. Hoy se están revalorizando las culturas Moche, Lambayeque y Chimú. Veinte años atrás las huacas eran basureros y ahora la gente se identifica más con su pasado y cuando sabes más de tus ancestros, más te conviertes en parte de eso”.Su padre Jorge Vallejo Uceda interviene y cuenta: “Mi hijo me hace preocuparme por la historia. Sabía del cacique pero nada más. He visitado y conozco toda la zona, pero no pensaba tanto en eso. No me parecía importante, pero ahora la verdad que tengo interés.”Esta familia solo conocía de oídas la existencia de un ancestro rico y poderoso. Hoy conocen su linaje a ciencia cierta y pueden volver a conectarse, de una manera más concreta, con la historia de su familia y de esa región del Perú.
Por RONALD EDWARD - El Comercio
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